Un ALMA de PASTOR

Un ALMA de PASTOR

Cuando decimos “una persona con alma” en castellano, nos referimos a una persona con empatía y humanidad. En las primeras fotos como Papa, allá por 2013, mostraba un rostro bondadoso que trasmitía una conexión especial. Hoy despedimos a Francisco tras estos doce años de pontificado llenos de novedades, de ilusión y también de controversias. Su figura para nuestro Colegio ha sido y es referente fundamental para seguir adelante en nuestro camino de fe.

La primera de sus novedades se muestra cuando aparece en el balcón de la Basílica de San Pedro el 13 de marzo de 2013. Con una vestimenta mucho más sencilla y con menos protocolo artificial. Al final de sus palabras, pide que la Iglesia le bendiga. Inclinó la cabeza para recibir esa oración del Pueblo de Dios. De pseudo-monarca o jefe de Estado pasa a pedir al Pueblo creyente que le acompañe en el servicio a la Iglesia desde la oración, como Pastor más que como príncipe. Fue un momento de impacto y de cambio. Luego vinieron otras muchas escenas que nos cambiaron la mirada: la cercanía a migrantes, a presos, a excluidos; la reforma de la Curia con la oficina económica del Vaticano y varios decretos sobre ello; el papel de la mujer, la reflexión sobre la diversidad del Pueblo cristiano, la atención a los abusos directamente y con valentía compasiva ante personas que han sufrido por parte de clérigos o religiosos heridas profundas.

A lo largo de estos años, sus mensajes han ido hacia la alegría y la esperanza. En sus cuatro encíclicas, siempre marca un punto de gozo que brota del corazón, del centro del ser humano. Se acompaña con siete exhortaciones apostólicas donde la mención a la felicidad y a la plenitud del ser humano se constituye central, sobre todo, en su primera exhortación Evangelium Gaudium o la llamada a la santidad en Gaudete et Exultate. Si hay una palabra repetida en sus escritos es precisamente la importancia de una fe que muestre que vive contenta y feliz desde el realismo de este mundo tal cual es. Y ese gozo lo plasmó en este año Jubilar de la Esperanza 2025 en un mundo que no encuentra una respuesta cabal ante tanta inseguridad, polarización y populismo. Ante todo, un Papa alegre, conversador y atrevido con gran sentido del humor.

Y las controversias no le han abandonado desde el principio. Ya se vio mal que dejara tradiciones de vestimenta o adornos pontificales. También que no se alojara en el Palacio usual en los papas anteriores. Su primer viaje fue a Lampedusa para marcar una diferencia abismal respecto a otros estilos religiosos o de discursos anti-migración. No se arredró ante problemas en situaciones matrimoniales, en la homosexualidad, en la familia, en la vida, denunciando la cultura del descarte. La paz entre naciones ha supuesto una llamada constante y con poco éxito ante dignatarios que poco miran por el bien común. La lucha contra la pobreza, la Amazonía, la ecología… han marcado su mensaje haciéndolo popular en el mundo y, a la vez, criticado por sectores eclesiales poco cómodos con su espontaneidad y su atrevimiento. El mundo, para él, se construía en fraternidad más que en la fuerza del mercado o del poder político o del clericalismo católico. Trataba buscar la fuerza moral que surge del Evangelio en su pureza más profunda, exenta de rigidez o de formas externas anquilosadas.

Por eso, al orar hoy por Francisco para que el Padre le acoja en su seno, es el momento de pedir que, como católicos del siglo XXI y como comunidad educativa del Recuerdo, nos quede al menos, la esquina del manto de su Papado, porque el manto entero será difícil para la mayoría de nosotros (2 Re 2, 14), La Iglesia, para crecer, necesita esa novedad, esa alegría y esa controversia constante que la lleva a reformarse y a tener “alma” con ese toque de profundidad espiritual, empatía y cercanía que nos sedujo en tantas ocasiones a todos, todos, todos. Descanse en paz

Antonio J. España Sánchez SJ